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dimarts, 9 d’abril del 2013

Noves alteracions immunològiques a la Fatiga Crònica


Cap a un diagnòstic de la Fatiga Crònica



 



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Investigadors catalans descobreixen vuit possibles marcadors d'aquesta malaltia, motiu pel qual podria facilitar el seu diagnòstic i el seu tractament.

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Síndrome de fatiga crònica




 

Figura 1 Anàlisi del fenotip de cèl·lules NK en SFC.
Figura 2: Clustering de pacients amb SFC respecte al fenotip cel·lular K i T.

La síndrome de fatiga crònica, també coneguda amb el nom d'encefalomielitis miàlgica, és una malaltia caracteritzada per una fatiga persistent i invalidant davant petits esforços, que no millora amb el repòs. Afecta gent jove, d'entre vint i quaranta anys, sobretot dones. Malgrat no disposar d'estudis de prevalença a la nostra població, en d'altres països afecta entre el 0,07% i el 0,3% de les persones.

La severitat és molt variable. Hi ha casos en què té repercussions importants sobre les capacitats físiques i cognitives que poden resultar invalidants i limitar la vida quotidiana dels afectats. En d'altres , algunes de les persones afectades poden portar una vida relativament activa.
Catalunya disposa actualment de setze unitats hospitalàries especialitzades (UHE) en el diagnòstic i tractament de la síndrome de fatiga crònica i la fibromiàlgia.


Noticia:

Científics de l'Institut de Recerca de la Sida IrsiCaixa i l’Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol han identificat per primera vegada un grup de 8 molècules del sistema immunitari que associen a una pitjor resposta immunitària dels pacients amb la Síndrome de la Fatiga Crònica (SFC). El treball ha comptat amb la col·laboració del grup de recerca en Fatiga Crònica del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) i de la Clínica SFC de Tarragona, així com amb el suport de diferents associacions d’afectats. També han participat la Fundació Lluita contra la Sida i la Clínica Delfos.

“Les alteracions d'aquestes molècules en les persones amb el SFC podria contribuir a millorar la fiabilitat i la rapidesa del diagnòstic d'una malaltia complexa i, fins avui, mal definida a nivell molecular”, assenyala Julià Blanco, investigador sènior Miguel Servet de l’Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol a IrsiCaixa, coordinador de l'estudi i responsable del Grup de Virologia i Immunologia Cel·lular. Actualment, el diagnòstic de la SFC es basa únicament en l’avaluació dels símptomes clínics, després de descartar altres malalties. El diagnòstic és poc quantitatiu i requereix proves d'esforç o neurològiques que poden ser més molestes per al pacient que una extracció de sang. 
 
L'estudi s'ha publicat recentment a la revista científica Journal of Translational Medicine i podria explicar també la major repercussió d'algunes infeccions provocades per virus en aquests pacients. No obstant això, els científics remarquen la necessitat de confirmar els resultats mitjançant estudis més amplis.

 

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Informació del Diari El País en Castellà:
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"Fue publicar el estudio, a finales de marzo, y empezar a llegar peticiones de personas que querían que el inmunólogo Julià Blanco analizara su sangre en busca de las pruebas que permitan afirmar que padecen el síndrome de fatiga crónica (SFC). “Pero nosotros somos un laboratorio de investigación, no clínico”, se disculpa el investigador del IrsiCaixa y autor principal del estudio.Por primera vez se han identificado ocho moléculas del sistema inmunitario cuya presencia en sangre puede interpretarse como un biomarcador de la enfermedad.
Para los afectados, el descubrimiento va más allá de un hallazgo científico. Porque la fatiga crónica no se parece a otras enfermedades. “Se puede diagnosticar bien, pero la metodología para hacerlo es puramente clínica, poco cuantitativa”, señala Blanco. Los síntomas —cansancio matinal invalidante durante más de seis meses, intolerancia al ejercicio físico, problemas de concentración...— permiten identificarla, pero lo cierto es que pasan de media diez años desde que se manifiesta hasta que se diagnostica, explica José Alegre, especialista en fatiga crónica del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Además de la sanitaria, la enfermedad tiene una vertiente sociolaboral: si no hay diagnóstico, es más complicado recibir una baja médica o el reconocimiento de una discapacidad. De ahí que cualquier avance suponga un mundo para los afectados por un síndrome del que se desconoce el origen, pero que afecta a una de cada 1.000 personas, según algunas estimaciones —no hay estudios de prevalencia; Alegre menciona estudios americanos con un 2% de mujeres entre 18 y 55 años afectadas—.
Se podría decir que Cristina Montané, barcelonesa de 52 años, se diagnosticó a sí misma. “Todos mis recuerdos de infancia son de que estaba cansada, con frío, constipada. No tenía conciencia de enfermedad porque para mí aquello era lo normal”, explica. Cuando se quedó embarazada de su primer hijo descubrió que se encontraba bien: “Me di cuenta de que podía hacer vida normal”. Le pasó lo mismo durante la gestación de sus otros dos hijos, y el médico empezó a descartar otras patologías. “Al final fui yo la que busqué una lista de síntomas y le dije ‘los cumplo todos”. Montané tuvo que dejar de trabajar una década.Ahora que sus hijos son mayores ha vuelto a hacerlo, pero en casa y con horario flexible. “Es necesario empezar por educar a los médicos en esta enfermedad; nada justifica que sigan haciendo gala de la más absoluta desinformación sobre una enfermedad tan grave, compleja y extensa”, reclama.
El estudio de los investigadores catalanes de IrsiCaixa (impulsado por la Obra Social La Caixa, la Generalitat de Catalunya y el hospital Germans Trias i Pujol), publicado en la revista Journal of Translational Medicine , es novedoso porque en lugar de analizar un solo parámetro en muchos pacientes, estudiaron todas las células del sistema inmunitario en un número limitado de pacientes. Fue así como descubrieron que “existía un patrón”, explica Blanco. “Los resultados nos dicen que hay una alteración a nivel inmunológico”, añade, que se manifiesta en ocho moléculas alteradas. Además del potencial que supone en el diagnóstico, el hallazgo es interesante porque “podría aproximarnos a un mejor tratamiento que module el sistema inmune y pudiese modificar el curso del SFC, que hoy es hacia la cronicidad”, añade Alegre.
Carlos González, aquejado del síndrome de fatiga crónica desde 2005, ironiza: “Es una enfermedad para ricos porque te condena a vivir como un cura. Yo un día puedo estar cuatro horas delante de ordenador y luego estar tres semanas baldado por un virus. No puedes tener estrés, hay que cuidar la alimentación, dormir bien.... Por suerte, él, que hoy tiene 42 años, trabajaba entonces en un banco en Holanda con un gran sueldo, lo que le permitió someterse a multitud de pruebas que presentaron anormalidades en Londres, Holanda o Bélgica, además de participar en el estudio del Vall d’Hebron. “Me pasé un año que me arrastraba y pensaba que era cansancio. Luego cogí una mononucleosis infecciosa y a las cuatro semanas el virus no desapareció. Lo tuve durante tres años. Al principio solo iba de la cama al sofá”, recuerda.
“Tuve la suerte de que mi banco cerró, nos indemnizaron y pude descansar.Ahora tengo una incapacidad, aunque en Holanda pueden quitártela en unos años”. Carlos no puede tener horarios, pero ya se atreve a hacer planes y hace vídeos desde casa con el ordenador.
“Los estudios no se quieren hacer a gran escala porque no interesa saber cuántos afectados hay, que son más que los seropositivos. Los médicos prefieren dar antidepresivos”, se lamenta González. Coincide con él Montané, que colabora con una plataforma de afectados y asegura que está harta de ver llegar a personas “atiborradas” de antidepresivos y ansiolíticos. “Uno acaba haciendo de médico de sí mismo”, suspira. Ella toma suplementos vitamínicos y minerales, y todo lo que “fortalece el sistema inmunológico”.
“Es una enfermedad muy política, con muchos intereses, y las farmacéuticas no se pueden lucrar”, añade González. “Frustra que la mitad de los médicos se lo cree y la mitad no, cuando es una enfermedad reconocida por la OMS y con 4.000 estudios. Hay ignorancia porque es una enfermedad que durante la carrera no estudian”, continúa Carlos, un caso atípico, pues tres de cada cuatro casos son femeninos.
La abogada Lourdes Martínez, especializada en fatiga crónica, recuerda a una clienta pediatra que reconocía: “Yo esta enfermedad no me la creía”. Esta médico con un expediente brillantísimo terminó el MIR, y, reventada, se cogió un año libre convencida de que estaba exhausta de trabajar. No ha vuelto a ejercer.
Martínez, que ha llevado ya 50 casos, cuenta y no para. A su cabeza viene un chico que vomitaba del estrés en los exámenes porque su padre pensaba que era un vago o una ingeniera a quien se le desencadenó la fatiga crónica con una toxoplasmosis. “Lo llamaban la enfermedad del yuppie porque lo eran los primeros casos diagnosticados. Suele ser gente muy brillante, con trabajos muy buenos, pero el cansancio muchas veces hace que su cerebro no funcione bien.Se desorientan o no pueden estar concentrados en una lectura más de 20 minutos”, prosigue la letrada que ha llevado también casos de divorcio de algún cliente. “Es difícil para la familia. Son muy dependientes aunque aparentemente sean autónomas”.

La tortura de pasar por el tribunal médico

Conseguir una incapacidad es una travesía larga, cara y en muchos casos infructuosa. “Por vía administrativa es casi imposible, y por la judicial es muy complicado pero se va consiguiendo”, se alegra Lourdes Martínez, abogada especializada en fatiga crónica. La Seguridad Social no cubre, por ejemplo, pruebas de esfuerzo que no sirve para mejorar la salud del paciente, pero sí son pruebas determinantes para que un juez acepte la incapacidad. “El problema es que solo hay dos unidades especializadas en fatiga, las dos en Barcelona y no es fácil conseguir un informe de los internistas de la sanidad pública que los jueces valoran más que de la privada”, añade.
Ana Ruiz calcula que se ha gastado en cinco años de enfermedad unos 25.000 euros entre médicos privados, pruebas y asesoría legal. Además, durante los 18 meses que he estado a la espera del juicio, no recibió ningún tipo de ingreso. Ni salario, ni incapacidad temporal, ni siquiera paro porque la empresa no quería despedirla hasta tener sentencia firme.
Martínez califica de “tortura” el paso de sus clientes por los tribunales médicos.“O no les creen o les humillan. Y eso es a raíz de la Ley de Jurisdicción Social de 2011. Antes si estabas un 18 meses de baja, se iniciaba un expediente de incapacidad. Y ahora, a los 12 meses te dan el alta médica. Dejan a la gente a los pies de los caballos. Las empresas grandes pueden ser sensibles, pero a una empresa pequeña la funde”.
Antes de conseguir la incapacidad, Ana Ruiz pasó por seis tribunales. “En todos me he sentido tratada como una delincuente, humillada. Incluso en un caso el mal trato me provocó un ataque de ansiedad que me dejó en la cama una semana”.

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Artícle científic original

 

 

Screening NK-, B- and T-cell phenotype and function in patients suffering from Chronic Fatigue Syndrome

http://tinyurl.com/bm8nnhf

 

Marta Curriu1, Jorge Carrillo1, Marta Massanella1, Josepa Rigau2, José Alegre3, Jordi Puig4, Ana M Garcia-Quintana5, Jesus Castro-Marrero3,Eugènia Negredo4, Bonaventura Clotet1,4, Cecilia Cabrera1 and Julià Blanco1,6*
 
· * Corresponding author: Julià Blanco jblanco@irsicaixa.es
· † Equal contributors
Author Affiliations
1 Institut de recerca de la sida, IrsiCaixa-HIVACAT, Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias I Pujol|, Badalona, Spain
2 CFS Clinic, Tarragona, Spain
3 CFS Unit, Institut de Recerca Vall d’Hebron, Barcelona, Spain
4 Fundació Lluita contra la SIDA, Hospital Germans Trias I Pujol, Badalona, Spain
5 CFS Unit, Delfos Clinic, Barcelona, Spain
6 Institut de Recerca de la sida, IrsiCaixa/Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol, Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, Badalona, 08916, Spain
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Journal of Translational Medicine 2013, 11:68 doi:10.1186/1479-5876-11-68
The electronic version of this article is the complete one and can be found online at: http://www.translational-medicine.com/content/11/1/68
 
© 2013 Curriu et al.; licensee BioMed Central Ltd.
This is an Open Access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution License (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0 ), which permits unrestricted use, distribution, and reproduction in any medium, provided the original work is properly cited.  

 

Abstract

 

Background

Chronic Fatigue Syndrome (CFS) is a debilitating neuro-immune disorder of unknown etiology diagnosed by an array of clinical manifestations. Although several immunological abnormalities have been described in CFS, their heterogeneity has limited diagnostic applicability.
 

Methods

Immunological features of CFS were screened in 22 CFS diagnosed individuals fulfilling Fukuda criteria and 30 control healthy individuals. Peripheral blood T, B and NK cell function and phenotype were analyzed by flow cytometry in both groups.
 

Results

CFS diagnosed individuals showed similar absolute numbers of T, B and NK cells, with minor differences in the percentage of CD4+ and CD8+ T cells. B cells showed similar subset frequencies and proliferative responses between groups.Conversely, significant differences were observed in T cell subsets. CFS individuals showed increased levels of T regulatory cells (CD25+/FOXP3+) CD4 T cells, and lower proliferative responses in vitro and in vivo. Moreover, CD8 T cells from the CFS group showed significantly lower activation and frequency of effector memory cells. No clear signs of T-cell immunosenescence were observed. NK cells from CFS individuals displayed higher expression of NKp46 and CD69 but lower expression of CD25 in all NK subsets defined. Overall, T cell and NK cell features clearly clustered CFS individuals.
 

Conclusions

Our findings suggest that alterations in T-cell phenotype and proliferative response along with the specific signature of NK cell phenotype may be useful to identify CFS individuals. The striking down modulation of T cell mediated immunity may help to understand intercurrent viral infections in CFS.