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dilluns, 16 de gener del 2017

El judici contra els pacients que utilitzen incorrectament els serveis d'urgències

Resultat d'imatges de los hermanos max y juicio 

Font original del Blog: Medicina en la cabecera


Resultat d'imatges de un juez medico 

-Adelante ujier, que entre el siguiente caso

-El sistema sanitario contra todas aquellas personas que utilizan mal los servicios de urgencias, tanto de Atención Primaria como de Atención Hospitalaria, en la persona de la señorita X, que acudió a Urgencias por llevar siete minutos con hipo que no se le quitaba con los remedios habituales.

-Señoria, represento a la señorita X en el juicio. Demostraremos sin lugar a dudas que es absolutamente inocente, tan solo una víctima de una situación creada por otros muchos, entre ellos, muchos de los que le denuncian. 

-Señoría, nosotros representamos al sistema sanitario en este juicio, un sistema harto de los abusos de gente como la acusada, gente que se ha creído que tiene derecho a todo, que lo que es gratis no tienen ningún valor, gente que se sienten clientes que deben quedar siempre satisfechos. Señoría, presentaremos pruebas irrefutables del abuso y pediremos una condena en firme y el fin de estas prácticas mediante alguna medida disuasoria, por ejemplo, un fuerte copago. 

-Está bien, comencemos. Tiene la palabra la acusación. 

-Con la venia, señoría. Queremos llamar al estrado al doctor Z. 

- ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
- Lo juro. 
- Por favor, identifíquese ante el Tribunal..
- Me llamo Z. Soy médico de familia. Actualmente trabajo en el servicio de Atención Continuada de ...

- Doctor Z, ¿puede describir los hechos de aquella noche? 
- La señorita X acudió al servicio de urgencias acompañada de otro chico joven. La recibimos el enfermero de guardia y yo. Cuando la preguntamos que la ocurría, no dijo que llevaba unos 7-8 minutos con un fuerte hipo. 
-¿Y qué hizo usted?
- Le hice un breve interrogatorio sobre otros síntomas asociados: fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal, etc. También le pregunté si había habido algún factor desencadenante y desde cuando le ocurría. Me contestó que no a todas las preguntas y me dijo que llevaba con el hipo unos siete u ocho minutos. 
-Doctor Z, ¿considera usted un motivo justificado para acudir a urgencias la aparición de un cuadro de hipo de siete u ocho minutos de duración?
- De ningún modo. 

-¡Protesto, señoría! Se trata tan sólo de la opinión personal del doctor Z. 
- Doctor Z, ¿disponen ustedes de algún tipo de clasificación, instrucción regional, estatal o supranacional, que estipule qué síntomas o patologías se consideran de atención urgente y cuales no?
- No, señoría. 
- Se acepta la protesta. Continúe la acusación. 
- No hay más preguntas, señoría. 
- ¿Tiene alguna pregunta la defensa?
 
- Con la venia, señoría. Doctor Z: ¿presentaba la acusada hipo durante su interrogatorio?
- Si
- ¿Percibió usted si el hipo era molesto, le provocaba dificultad respiratoria o al hablar? ¿Sentía usted que le provocaba intenso disconfort a la acusada?
- Era un hipo violento, que desde luego la alteraba al hablar y la hacía sentirse claramente violenta, pero no más que lo que se hubiera sentido cualquier persona en esa situación. 
- Doctor Z, ¿tuvieron en algún momento la acusada o su acompañante una actitud desconsiderada, violenta o agresiva hacia ustedes?
- No.
- Dígame: usted ha dicho antes que trabaja en el Servicio de Atención Continuada de ... ¿Puede explicar al Tribunal que significa la expresión Atención Continuada?
- Es un eufemismo político sanitario que da a entender a la población que la atención sanitaria permanece incluso fuera del horario establecido habitualmente para consultas, pero en realidad se trata de un servicio de urgencias, o debería tratarse. Al menos eso es lo que pone en el cartel luminoso que hay a la puerta de nuestro servicio. 
- Ya. ¿Pero no le parece raro que en su contrato ponga Personal Estatutario de Atención Continuada, y que a los lugares donde trabajen se les llame Puntos de Atención Continuada, y luego cuelguen un rótulo de Urgencias? ¿No diría usted que sus jefes, ya sea gestores o políticos, confunden a la población con esos mensajes?
- Pues la verdad es que sí.
- Gracias doctor Z. Una última pregunta antes de dejarle descansar. Si la consulta de mi cliente era una banalidad por la que nunca debió ir a un servicio de urgencias, ¿por qué le hizo usted una exploración completa y se le tomaron las constantes vitales (tensión arterial, frecuencia cardiaca y temperatura) en lugar de haberla despachado, digamos, con viento fresco? 
- ¡Protesto!
- No importa, señoría, retiro la pregunta.

- Señoría, la acusación llama al estrado a la señorita X.

- ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
- Si, señor, lo juro. 
- Identifíquese ante el Tribunal. 
- Me llamo X. En este momento soy estudiante de primer curso de imagen y sonido. 

- Señorita X. ¿No le parecía a usted que llevar siete u ocho minutos no era motivo para acudir a un servicio de urgencias?
- Bueno, la verdad es que tal vez fuera algo exagerado, pero jamás en la vida me había sentido tan mal. Habíamos salido mi novio y yo a comer a un restaurante chino. Llevábamos dos fines de semana sin vernos, uno porque no puede venir yo por exámenes y el otro porque le tocó trabajar. Sabe señoría, es técnico en una emisora de radio. No gana mucho pero para estar empezando, la verdad es que ha tenido suerte encontrando ese trabajo...
- Céntrese en la pregunta, por favor. 
- Perdone, señoría. Como le digo, estábamos en el chino, comiéndonos unos rollitos de primavera bien remojados en salsa agridulce cuando mi chico me soltó un pellizco en el muslo por debajo de la mesa que me dio un susto de cuidado. Pegué un bote en la silla y un grito que se volvió todo el restaurante. Y a partir de ahí, ya no había nada que hacer. Aquello no era un hipo, señoría, se lo juro, aquello eran los rebuznos de un borrico en el matadero. Al final mi chico fue el que decidió llevarme a urgencias porque no tenía pinta de quitarse. Yo le dije que ya se pasaría, pero él me dijo que seguro que allí me daban algo para que se pasase, y que, total, para eso estaban. Así que fuimos. 
 
- El doctor Z que la atendió, ¿le dio algún tipo de medicamento para que se le pasara el hipo?
- No. 
- ¿Y cómo se le pasó?
- Pues la verdad que se me quitó solo a los cinco minutos de salir de urgencias, después de eructar un par de veces, con permiso de su señoría. 
- Es decir, que el hipo le desapareció sin necesidad de ninguna intervención médica en unos minutos. 
- Y eructando. 
- Eso, y eructando. No hay más preguntas, señoría.
 
- Señorita X, yo solo le haré un par de preguntas. ¿Pensaba usted cuando acudió al servicio de urgencias,  que podría padecer alguna enfermedad importante o que ese hipo podría tener alguna consecuencia importante para usted o su salud?
- Vaya usted a saber. Soy joven, solo tengo veinte años, pero una nunca sabe dónde puede estar esperándote el cáncer. De hecho no hace tanto me han puesto una vacuna contra el cáncer. O sea que si a los de la Sanidad les preocupa que pueda tener cáncer, cómo no me va a preocupar a mi, que estoy en  mi pellejo. Eso, o cualquier otra cosa. Basta con que miren la televisión, que cada vez que veo a los del Tricicle, con lo que le gustaban siempre a mi padre, y ahora me dan un mal fario que no veas. 
 
- Ya. Una pregunta más, señorita X. ¿Suele usted ir mucho al médico?
- ¡Qué va! Lo normal. De pequeña, las revisiones a la pediatra con mi madre y cuando me acatarraba, que invierno estaba  todo el día con el moco colgando, ya se sabe, para ver si me daban alguna jarabe para la tos, y luego que pené mucho con las anginas, todo el día liada tomando antibióticos, con unas placas que en cuanto me ponía con fiebre, me lo daba mi pediatra o en urgencias, porque ya sabían cómo terminaba la cosa. Así hasta que me las quitaron, que entonces ya descansé un poco. pero vamos, nada, que soy de las de no aparecer por el médico. Bueno, cuando pusieron la consulta joven que iban una vez por semana al instituto, allí sí fui un par de veces, pero es que había tenido problema con el imbécil de mi ex-novio, y estaba un poco plof. Pero la verdad es que allí te escuchaban mucho, y eso. ¡Ah! y también cuando empecé a tomar la píldora, y las revisiones con las citología y esas movidas, ya sabe usted, señoría. Pero, ya le digo, yo es que a los médicos, ni verlos.
- Gracias, señorita X. No hay más preguntas. 

- Señoras y señores, yo creo que ya hemos tenido suficientes testimonios con las declaraciones de los principales implicados. Sé que tanto la acusación como la defensa tienen una lista interminable de testigos para apoyar sus respectivas tesis, pero creo que nuestro paciente jurado se habrá hecho una idea de la cuestión. Así que, por el bien de nuestras neuronas, el caso queda listo para la deliberación del jurado, y esperamos su pronto veredicto.