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dimecres, 3 de desembre del 2008

19 calendaris 19....



Un excel.lent article crític!!!

Per Manuel Merino Moína. Pediatra de Atenció Primària, Getafe - Madrid

"Desde la cesión de las competencias sanitarias desde el estado central a las autonomías, España ha conseguido llegar a “disfrutar” de diecinueve calendarios de vacunaciones infantiles diferentes, uno por cada comunidad y ciudad autónoma."
"Casi parecería un chiste, pero en realidad es un hecho lamentable y que produce cierta vergüenza ajena a los profesionales sanitarios."
"El desbarajuste salió a la prensa y a la opinión pública sobre todo a raíz de que la Comunidad de Madrid, de forma unilateral, pero en el ejercicio de sus competencias, incluyera a finales de 2006 la vacuna conjugada antineumocócica heptavalente en el calendario infantil, en contra de la opinión de otros servicios de salud autonómicos.
Pero lo que se aireó menos fue que, ya desde mucho antes, el País Vasco venía siendo la única comunidad autónoma española que vacunaba sistemáticamente con BCG a los recién nacidos y que Cataluña, camuflándolo dentro de un programa piloto interminable, vacunaba desde 1998 a los adolescentes frente a la hepatitis A.
Incluso se llegó a comentar que Madrid pretendió un estatus similar al catalán respecto a la inclusión del neumococo, pero que no le fue concedido en instancias superiores.
Si resulta obvio que esta situación atenta contra la equidad en las prestaciones del sistema sanitario público, con todo, lo más irracional de este mare magnum son las diferencias de pautas de vacunación respecto a las vacunas comunes en los calendarios de todo el país.
Parece que estos esquemas sean el resultado de un minucioso plan, diseñado en cada servicio de salud autonómico, cuyo fin es conseguir ser diferente del vecino a toda costa. Y para muestra, solo unos ejemplos, pues el desbarajuste se extiende a todas las edades de vacunación y todos los tipos de vacunas:
- Primera dosis de vacuna contra la hepatitis B: se administra sistemáticamente a todos los recién nacidos en 10 comunidades autónomas (CC. AA.) y a los 2 meses de edad en las 9 restantes, confiando éstas últimas en que sus redes sanitarias detectarán a tiempo a todas las madres portadoras, en cuyo caso la vacuna se administrará al recién nacido tras el nacimiento.
Lo llamativo es que precisamente esas 9 comunidades están entre las mayores receptoras de población inmigrante, que es la más difícil de controlar. ¿Cuáles aciertan?
- Edad de administración de la 2ª dosis de triple vírica, es decir, de la vacuna combinada que contiene virus atenuados del sarampión, parotiditis y rubéola: 3 años (4 CC. AA.), 4 años (3 CC. AA. y 1 ciudad autónoma) y 6 años (10 y 1). ¿Quién lo hace bien? ¿Quién lo hace mal?
- Y la perla: la pauta de vacunación de la vacuna antimengingocócica C conjugada en niños pequeños. En 2006 se alcanzó el consenso en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud por el que se decidió modificar el calendario previo de
vacunación contra el meningococo C y pasar a otro nuevo con dos dosis entre los 2 y los 6 meses de edad y una tercera a partir de los 12 meses de vida. Pues bien, finalmente, en el momento de su implantación, conseguimos alcanzar casi todas las combinaciones posibles. Es decir, 2,4,12m (1 comunidad autónoma); 2,4,15m (8 CC. AA. y las 2 ciudades autónomas); 2,4,18m (4 CC. AA.); 2,6,15m (1) y 2,6,18m (3).
Teniendo en cuenta que no hay justificación epidemiológica que convierta en razonable esta disparidad de componentes y pautas, tamaña desfachatez solo se explicaría por la búsqueda de un nuevo registro en el
Libro Guinness de los Récords.
¿Y en qué afecta este babel de calendarios a las vacunaciones reales de los niños españoles?
Pues visto desde la consulta de un pediatra de atención primaria, como el que suscribe, las consecuencias son varias… y todas malas:
Por un lado se percibe cierto desconcierto tras intentar explicar a los padres el estado de la situación. Nos hacen comentarios del tipo: “Si las vacunas son buenas, necesarias y están muy estudiadas científicamente, ¿cómo es que en cada sitio se ponen de una forma e incluso son diferentes los componentes de una zona de España a otra?”. Es decir, la falta de uniformidad de los calendarios produce extrañeza en la población, cuando no desconfianza, y podría incluso alimentar el argumentario de los movimientos antivacunas.
Por otro, las diferencias entre los calendarios originan errores y confusiones en la administración de vacunas, generalmente por omisión, que son los peores. Pongamos un ejemplo: si un niño va a vivir a Madrid a los 5 años de edad, procedente de cualquiera de sus dos comunidades limítrofes, no habrá recibido las dosis de recuerdo de DTPa y triple vírica, ya que tanto en Castilla y León como en Castilla – La Mancha están programadas a los 6 años. Pues bien, en la Comunidad de Madrid esas dosis se ponen a los 4 años y por lo tanto es muy posible que nunca las reciba este niño.
En el caso de que el traslado de domicilio se hiciera en el sentido contrario, recibiría vacunas de más, pero eso, aparte de ineficiente, es menos problema.
En cualquier caso resulta patente que la movilidad de las familias es cada vez mayor y situaciones como la comentada son cada vez más frecuentes.
Especialmente esta circunstancia se ve aumentada por la libre circulación dentro de la Unión Europea, la inmigración extracomunitaria y por nuestra situación geográfica como zona de paso o puente con la América hispanohablante y África.
Todos los pediatras españoles o al menos la gran mayoría, veríamos como una vuelta a la racionalidad el disponer de nuevo de un solo calendario sistemático de vacunaciones infantiles común para todo el Estado, y me apoyo en el
documento de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) que es en realidad una federación de sociedades autonómicas, que en su apartado III.2.1 hace la propuesta a las autoridades sanitarias de “Establecer un calendario vacunal infantil único para toda la población infantil/juvenil española, independientemente de la comunidad donde se resida.” Este deseo de igualdad no quiere decir que no se entienda que hayan de tenerse en cuenta ciertas particularidades con valor y sentido epidemiológico, de las que es un buen ejemplo el caso de la endemia de hepatitis A en África y, como consecuencia, la inclusión de la vacuna antihepatitis A de forma sistemática en el segundo año de vida para los habitantes de las ciudades autónomas españolas de ese continente.
Sería tan sencillo y tan difícil como hacer prevalecer el sentido común sobre otros intereses y buscar con ello el beneficio de todos, generando mayor confianza en las vacunas y, como consecuencia, un afianzamiento de las coberturas vacunales. ¿Resultan implanteables las “retrotransferencias” en este preciso apartado de los calendarios sistemáticos de vacunaciones?
Y, ya puestos, ¿qué tal un calendario de vacunaciones europeo único?
Finalmente una petición, ahora que se va acercando la partida de los Reyes Magos desde el lejano oriente:
Majestades: tráiganles sensatez a raudales a los señores políticos para que dejen a las vacunas fuera de sus litigios sobre el “hecho diferencial” y, si fuera posible, no hagan política con la sanidad, que es un derecho de todos.