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Sinceramente ¿quién cree que las recomendaciones de consumo de alcohol se han hecho de manera adecuada para que lleguen a la población?
Hemos vivido casi dos décadas de“un vasito de vino al día es bueno”, “una cañita al día ayuda”, “el chupito de después es digestivo”… ¿Quién no ha escuchado alguna de esas frases salir de una boca en forma de recomendación casi intachable?
Abanderado con la palabra “consumo moderado”, el alcohol ha entrado en nuestras orejas de forma imperiosa, como un elefante en una cacharrería, tanto, que ha creado una disonancia en los abstemios; tan intensa ha sido esta recomendación, y de una manera tan poco cuidadosa, que se ha hecho creer a la población que si dejabas de tomarte esa copita de vino estabas desperdiciando una oportunidad; como un elixir que pasa delante de tus ojos, un brebaje mágico que acompaña a tus tapas, que si reniegas, pareces estar dando un paso atrás en tu salud. Normal que la gente no tenga claro si es mejor no beber que beber un poco.
Y no es culpa tanto de las organizaciones e instituciones de salud, sino más bien de la transmisión inadecuada del mensaje, los medios no han ayudado, por no estar a la vanguardia y por estar a merced de los intereses empresariales, y en muchas ocasiones el personal sanitario está asentado en el Pleistoceno de la evidencia científica (tanto en este tema de alimentación como en muchos otros).
A pesar de que en el 2008 la OMS ya dijo que “no hay un nivel de consumo de alcohol libre de riesgos”, en esta ocasión vuelve a la carga, y con ella el compromiso de la AEDN de actualizar su postura de “Alcohol con moderación y salud” que a pesar del nombre, ya era bastante conservadora (afortunadamente, aunque no el nombre).
Agosto y Septiembre traen consigo cantidad de fiestas populares, asociadas inherentemente con el gorrito de paja, el folclore y la borrachera; las ciudades se paralizan y durante algunos días, como dice el periodista Miguel Muñoz, “La Feria es alcohol y política”.
No podemos olvidar que el alcohol es una de las tres áreas prioritarias mundiales en salud pública. A pesar de que sólo la mitad de la población mundial bebe alcohol, su consumo es la tercera causa de enfermedad y muerte prematura a nivel mundial, después del bajo peso al nacer y las prácticas sexuales sin protección, incluso por encima del tabaco.
En Europa, el alcohol también es el tercer factor de riesgo más importante para enfermedad y mortalidad, después del tabaco y la hipertensión arterial.
El documento que ha elaborado la Oficina Regional de la OMS en Europa, presenta algunas relaciones con la supuesta prevención que ejercería el consumo moderado de alcohol en la enfermedad cardiovascular, es importante que sean conocidos por los profesionales sanitarios:
- El efecto protector del consumo moderado de alcohol sólo se observa para la enfermedad isquémica, que solo es un tipo de los muchos tipos de enfermedades cardiovasculares existentes.
- Dicho efecto protector no es aplicable a jóvenes.
- Dicho efecto protector, en personas mayores, es despreciable si se compara con el efecto del ejercicio y la dieta sana.
- Dicho efecto protector es probable que se observe en los estudios sin haber tenido en cuenta factores de confusión (mayor nivel socioeconómico, cultural, etc.).
- El alcohol es, según la OMS, perjudicial para el sistema cardiovascular.
Una vez dado el varapalo a la cañita juvenil, al anís de la abuela, a la propia metodología de los estudios que lo venden como panacea, y limitar su efecto a la enfermedad isquémica; lo sentencia con una frase para que no haya dudas:
El alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte.
Por si hace falta recordar evidencias, el estudio EPIC (European Prospective Investigation Cancer), concluye con la existencia de un 10% de cáceres en hombres y un 3% en mujeres atribuibles al alcohol.. Traducidos a cifras, 57.600 y 21.500 respectivamente.
Si tenéis duda sobre los niveles de consumo, matizar que casi la mitad de los cánceres (en el caso de los hombres), y un 30%, en el caso de las mujeres, afectaron a personas que consumían menos alcohol del que se fija como límite superior. Este dato apoya la idea de perseguir la abstinencia con el fin de reducir la incidencia de esta enfermedad.
No hay límite por debajo del cual el riesgo de cáncer disminuya. Así pues, aunque cantidades bajas o moderadas de alcohol pudieran disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad, el efecto neto del consumo de alcohol es perjudicial. Por ello, el consumo de bebidas alcohólicas no debería recomendarse para prevenir la enfermedad cardiovascular o la mortalidad por cualquier causa.
La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (AIIC), organismo que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, recuerda que existe una relación causal entre el consumo de alcohol y el cáncer de hígado, mama, colon o intestino, tracto digestivo, boca, garganta y esófago.
La Asociación Americana del Corazón (AHA) con respecto al consumo de alcohol: “no es recomendable beber vino ni cualquier otra bebida alcohólica para conseguir los potenciales beneficios cardiovasculares”.
El Institute of Alcohol Studies del Reino Unido señala que “el alcohol aumenta el riesgo deenfermedad de forma geométrica a la dosis“.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria comenta que “en ningún caso, los profesionales sanitarios deben enfatizar públicamente las posibles ventajas del consumo moderado, porque es un mensaje equívoco, ambiguo y peligroso”
El GREP-AEDN defiende que “de ninguna manera se debe promover el consumo moderado de alcohol en la población“.
Creo que sobran evidencias, para cortar nuestra filosofía de enorgullecimiento del consumo de alcohol, en su día el que fumaba era guay, se hacía por integrarse socialmente, ahora hay un sentimiento de rechazo generalizado.
Debemos obrar en consecuencia, mirémonos el ombligo, y veamos el ejemplo que se proyecta, de los futbolistas haciendo una celebración, de lospolíticos, de el turismo que vendemos y de nuestras fiestas populares. Entonces, y sólo entonces nos daremos cuenta del berenjenal de incoherencias en el que nos hemos metido.
No lo digo yo, lo dice la evidencia: “Hemos recomendado alcohol por encima de nuestras posibilidades“.
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