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-Adelante ujier, que entre el siguiente caso
-El sistema sanitario contra todas aquellas personas que utilizan mal
los servicios de urgencias, tanto de Atención Primaria como de Atención
Hospitalaria, en la persona de la señorita X, que acudió a Urgencias por
llevar siete minutos con hipo que no se le quitaba con los remedios
habituales.
-Señoria, represento a la señorita X en el juicio. Demostraremos sin
lugar a dudas que es absolutamente inocente, tan solo una víctima de una
situación creada por otros muchos, entre ellos, muchos de los que le
denuncian.
-Señoría, nosotros representamos al sistema sanitario en este juicio, un
sistema harto de los abusos de gente como la acusada, gente que se ha
creído que tiene derecho a todo, que lo que es gratis no tienen ningún
valor, gente que se sienten clientes que deben quedar siempre
satisfechos. Señoría, presentaremos pruebas irrefutables del abuso y
pediremos una condena en firme y el fin de estas prácticas mediante
alguna medida disuasoria, por ejemplo, un fuerte copago.
-Está bien, comencemos. Tiene la palabra la acusación.
-Con la venia, señoría. Queremos llamar al estrado al doctor Z.
- ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
- Lo juro.
- Por favor, identifíquese ante el Tribunal..
- Me llamo Z. Soy médico de familia. Actualmente trabajo en el servicio de Atención Continuada de ...
- Doctor Z, ¿puede describir los hechos de aquella noche?
- La señorita X acudió al servicio de urgencias acompañada de otro chico
joven. La recibimos el enfermero de guardia y yo. Cuando la preguntamos
que la ocurría, no dijo que llevaba unos 7-8 minutos con un fuerte
hipo.
-¿Y qué hizo usted?
- Le hice un breve interrogatorio sobre otros síntomas asociados:
fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal, etc. También le pregunté si
había habido algún factor desencadenante y desde cuando le ocurría. Me
contestó que no a todas las preguntas y me dijo que llevaba con el hipo
unos siete u ocho minutos.
-Doctor Z, ¿considera usted un motivo justificado para acudir a
urgencias la aparición de un cuadro de hipo de siete u ocho minutos de
duración?
- De ningún modo.
-¡Protesto, señoría! Se trata tan sólo de la opinión personal del doctor Z.
- Doctor Z, ¿disponen ustedes de algún tipo de clasificación,
instrucción regional, estatal o supranacional, que estipule qué síntomas
o patologías se consideran de atención urgente y cuales no?
- No, señoría.
- Se acepta la protesta. Continúe la acusación.
- No hay más preguntas, señoría.
- ¿Tiene alguna pregunta la defensa?
- Con la venia, señoría. Doctor Z: ¿presentaba la acusada hipo durante su interrogatorio?
- Si
- ¿Percibió usted si el hipo era molesto, le provocaba dificultad
respiratoria o al hablar? ¿Sentía usted que le provocaba intenso
disconfort a la acusada?
- Era un hipo violento, que desde luego la alteraba al hablar y la hacía
sentirse claramente violenta, pero no más que lo que se hubiera sentido
cualquier persona en esa situación.
- Doctor Z, ¿tuvieron en algún momento la acusada o su acompañante una
actitud desconsiderada, violenta o agresiva hacia ustedes?
- No.
- Dígame: usted ha dicho antes que trabaja en el Servicio de Atención
Continuada de ... ¿Puede explicar al Tribunal que significa la expresión
Atención Continuada?
- Es un eufemismo político sanitario que da a entender a la población
que la atención sanitaria permanece incluso fuera del horario
establecido habitualmente para consultas, pero en realidad se trata de
un servicio de urgencias, o debería tratarse. Al menos eso es lo que
pone en el cartel luminoso que hay a la puerta de nuestro servicio.
- Ya. ¿Pero no le parece raro que en su contrato ponga Personal
Estatutario de Atención Continuada, y que a los lugares donde trabajen
se les llame Puntos de Atención Continuada, y luego cuelguen un rótulo
de Urgencias? ¿No diría usted que sus jefes, ya sea gestores o
políticos, confunden a la población con esos mensajes?
- Pues la verdad es que sí.
- Gracias doctor Z. Una última pregunta antes de dejarle descansar. Si
la consulta de mi cliente era una banalidad por la que nunca debió ir a
un servicio de urgencias, ¿por qué le hizo usted una exploración
completa y se le tomaron las constantes vitales (tensión arterial,
frecuencia cardiaca y temperatura) en lugar de haberla despachado,
digamos, con viento fresco?
- ¡Protesto!
- No importa, señoría, retiro la pregunta.
- Señoría, la acusación llama al estrado a la señorita X.
- ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
- Si, señor, lo juro.
- Identifíquese ante el Tribunal.
- Me llamo X. En este momento soy estudiante de primer curso de imagen y sonido.
- Señorita X. ¿No le parecía a usted que llevar siete u ocho minutos no era motivo para acudir a un servicio de urgencias?
- Bueno, la verdad es que tal vez fuera algo exagerado, pero jamás en la
vida me había sentido tan mal. Habíamos salido mi novio y yo a comer a
un restaurante chino. Llevábamos dos fines de semana sin vernos, uno
porque no puede venir yo por exámenes y el otro porque le tocó trabajar.
Sabe señoría, es técnico en una emisora de radio. No gana mucho pero
para estar empezando, la verdad es que ha tenido suerte encontrando ese
trabajo...
- Céntrese en la pregunta, por favor.
- Perdone, señoría. Como le digo, estábamos en el chino, comiéndonos
unos rollitos de primavera bien remojados en salsa agridulce cuando mi
chico me soltó un pellizco en el muslo por debajo de la mesa que me dio
un susto de cuidado. Pegué un bote en la silla y un grito que se volvió
todo el restaurante. Y a partir de ahí, ya no había nada que hacer.
Aquello no era un hipo, señoría, se lo juro, aquello eran los rebuznos
de un borrico en el matadero. Al final mi chico fue el que decidió
llevarme a urgencias porque no tenía pinta de quitarse. Yo le dije que
ya se pasaría, pero él me dijo que seguro que allí me daban algo para
que se pasase, y que, total, para eso estaban. Así que fuimos.
- El doctor Z que la atendió, ¿le dio algún tipo de medicamento para que se le pasara el hipo?
- No.
- ¿Y cómo se le pasó?
- Pues la verdad que se me quitó solo a los cinco minutos de salir de
urgencias, después de eructar un par de veces, con permiso de su
señoría.
- Es decir, que el hipo le desapareció sin necesidad de ninguna intervención médica en unos minutos.
- Y eructando.
- Eso, y eructando. No hay más preguntas, señoría.
- Señorita X, yo solo le haré un par de preguntas. ¿Pensaba usted cuando acudió al servicio de urgencias, que
podría padecer alguna enfermedad importante o que ese hipo podría tener
alguna consecuencia importante para usted o su salud?
-
Vaya usted a saber. Soy joven, solo tengo veinte años, pero una nunca
sabe dónde puede estar esperándote el cáncer. De hecho no hace tanto me
han puesto una vacuna contra el cáncer. O sea que si a los de la Sanidad
les preocupa que pueda tener cáncer, cómo no me va a preocupar a mi,
que estoy en mi pellejo. Eso, o cualquier otra cosa. Basta con que
miren la televisión, que cada vez que veo a los del Tricicle, con lo que
le gustaban siempre a mi padre, y ahora me dan un mal fario que no
veas.
- Ya. Una pregunta más, señorita X. ¿Suele usted ir mucho al médico?
- ¡Qué va! Lo normal. De pequeña, las revisiones a la pediatra con mi madre y cuando me acatarraba, que invierno estaba todo el día con el moco colgando, ya se sabe, para ver si me daban alguna jarabe para la tos, y luego que pené mucho con las anginas, todo el día liada tomando antibióticos, con unas placas que en cuanto me ponía con fiebre, me lo daba mi pediatra o en urgencias, porque ya sabían cómo terminaba la cosa. Así hasta que me las quitaron, que entonces ya descansé un poco. pero vamos, nada, que soy de las de no aparecer por el médico. Bueno, cuando pusieron la consulta joven que iban una vez por semana al instituto, allí sí fui un par de veces, pero es que había tenido problema con el imbécil de mi ex-novio, y estaba un poco plof. Pero la verdad es que allí te escuchaban mucho, y eso. ¡Ah! y también cuando empecé a tomar la píldora, y las revisiones con las citología y esas movidas, ya sabe usted, señoría. Pero, ya le digo, yo es que a los médicos, ni verlos.
- Gracias, señorita X. No hay más preguntas.
- Señoras y señores, yo creo que ya hemos tenido suficientes testimonios con las declaraciones de los principales implicados. Sé que tanto la acusación como la defensa tienen una lista interminable de testigos para apoyar sus respectivas tesis, pero creo que nuestro paciente jurado se habrá hecho una idea de la cuestión. Así que, por el bien de nuestras neuronas, el caso queda listo para la deliberación del jurado, y esperamos su pronto veredicto.
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